06 noviembre 2008

Albahaca recién regada…

Evocar, es el concepto que me está dando vueltas por la cabeza en estos días.

Durante las noches, antes de dormir, comienzo un viaje temporal que me deja en mi infancia y en detalles que marcan esa etapa de mi vida. Durante el día, un movimiento, un ruido, un aroma incita el mismo viaje. Entre el día y la noche la única diferencia es que mientras hay sol el recordar depende de sucesos externos, en cambio mientras la luna reina yo provocó e insisto en recordar.

Sé que no todos nos acordamos de la misma forma y me ha quedado más que claro cada vez que he conversado mis recuerdos ya que si no está eliminada esa escena de sus cabezas, la tienen archivada, pero bajo otro nombre o tags si hablamos en términos digitales.

El aroma de al albahaca, recién regada a media tarde a fines de años… ese es el recuerdo y olor que tengo pegado en la cabeza. Es una etapa muy feliz de mi vida, no sé si la mejor, pero está en el podio.

Hasta este instante, me había preocupado solo de recordar, pero recién nació la pregunta: ¿Cuál es la necesidad de recordar? ¿Por qué tienes ganas de recordar?

Respuestas deben haber muchas y de los más variados tipos. A primera vista, está claro que es uno de los momentos más felices de mi vida, a la vez no creo que esté en el peor momento de mi vida cómo para tener la necesidad de recordar esos momentos y evitar la maldita realidad que vivo.

Ahora bien, no soy tan masoquista como para recordar los peores momentos de mi corta existencia. Sé que los tengo y por montones, de hecho si quisiera ser pesimista éste sería uno de ellos, pero aún veo la luz en el horizonte y creo que la puedo alcanzar.

¿Habrá gente tan masoquista que le encante ensartar su propio dedo en la llaga rememorando sus más bajos episodios?

Sé y he conocido a sádicos que disfrutan de ver en el piso a otros trayéndoles escenas del pasado, pero de esos mejor ni hablar o por ahora no.

Por ahora me despido con dos tareas: primero reencontrarme con ese aroma a albahaca recién regada y toparme con un masoquista de primera que le encante el dolor de sus peores momentos.

JM

3 comentarios:

Francisca Parada dijo...

Me imagino que ya has escuchado la frase de...un pueblo no es nada sin historia, sin pasado. Y bueno con nosotros es lo mismo. Es ahí, la historia, donde nos vamos construyendo como personas y por eso me da la impreción de que a uno le vienen esos momentos de recordar.
Recordar esas cosas que nos hacían sentir bien o las etapas así como "maravillosas" de la vida creo que siempre son como...un plus, por así decirlo, para darnos fuerzas y continuar el caminito de la vida. Pero recordar los momentos negros, a veces no es tan malo. En los momentos de gloria, creo que a veces es bueno recordar que no simpre todo fue bello y que para llegar a donde estás hoy... tuviste que pasar más de algún mal rato.
Pero siendo optimistas, siempre es mejor acordarse de lo bellos momentos y las las cosas maravillosas que la vida pone en nuestro camino y eso...hay que agradecerlo.

Besos..xus!

JM dijo...

¿recordar los momentos negros no es tan malo?
La cuestión, es cuándo lo haces todo el tiempo.... ese es el problema... siempre es bueno acordarse de las cosas malas, pero no siempre!!!!!!!

Ma_Belén dijo...

¿Sería interesante la vida si no estuvieran o existieran los recuerdos? Ya sean buenos o malos, en ambas situaciones hay un un motivo y por algo se vuelve a ellos.
Claro que existen miles de explicaciones para volver a esas imágenes... Por ejemplo, a muchos les fascina abrazar a güaguas porque tienen su famoso olor y les remueve cosas, otros asocian los olores con ciertas épocas así sumas y sumas.
Quizá el trasfondo no se encuentre en el típico "por qué", en una de esas incluso podría ser en el "para qué".
Cuídate, saludos