27 mayo 2008

“Algunas me duelen y otras no”
(Andrés Calamaro)


Mujeres. Es un tema más que recurrente en mi vida, esencial creo que es la palabra exacta. Quizás, por eso no entraré en las clásicas frases del tipo “Por algo todos provenimos del vientre de una”. Lo mío es más bien obsesivo, pero en el buen sentido de la palabra. Es decir, no me las puedo sacar de la cabeza, ni piensen que las ando siguiendo todo el día y todo lo demás.
Por más que trate siempre caigo en lo mismo: mujeres. Un ejemplo claro es este post.
Hace meses que ando con una libretita siempre en mi bolsillo capturando y robando frases en reuniones con amigos, fiestas, etc. y hoy revisando me di cuenta que gran parte de las oraciones que ahí hay son referente a ellas. Lo increíble es que las dicen otras personas, lo que quiere decir dos cosas: que ellos también son obsesivos o que yo soy el único al que le llaman la atención esas frases.
No he tenido malas experiencias con el mundo femenino. Aunque, como en todo orden de cosas, hay algunas que prefiero más bien lejos y ojalá atadas de manos, pies, caderas y amordazadas. Por otro lado, también están las que añoran tenerme atado, amordazado y, si es posible, con una bala en la cabeza o en otra parte mucho más dolorosa…no las culpo.
Muy pocos saben lo que disfruto conversar con mujeres, saber cómo piensan, qué piensan, cómo llegan a ese razonamiento. No busco entenderlas, porque después de todo eso si es imposible. Conocerlas un poco más, creo que puede ser la frase adecuada. Lo irónico es que casi siempre no entiendo nada, muchas veces las contradigo y discutimos, pero el hecho de poder entablar una conversación me alivia gran parte esta obsesión. Podría pasar gran parte de mi vida conversando con ellas, dos vidas mejor dicho.
Hace unas semanas conversando con un amigo y rodeado de unas cuántas cervezas, más bien muchas botellas, éste me lanzó una frase con aires de sentencia judicial, celestial e infernal: “Tú las tienes tan metidas en tu cabeza que serás el viejo soltero del grupo”. Al principio casi lo maté, después de todo lanzó la famosa frase sin mediar previo aviso, pero al explicarla me dio sentido. Mi idiota amigo del alma se refería a que tantas ganas de conversar, de saber de ellas terminaría en miles de lazos con mujeres, relaciones que no pretendería romper por temor a perderme de algo y que eso provocaría terminar atado, amordazado y con una bala en la cabeza o en otra parte hasta que alguien más se apiade de mí y me desate, pero que tarde o temprano volvería con la soga para dejarme en el mismo lugar.
La explicación me pareció coherente, ahora si ocurrirá así no sé. Lo único que sé es que cada vez que escribo en el blog veo el diván del psicoanalista más cerca.
JM

1 comentario:

Familia Torres López dijo...

Por más que te acerques al diván no creo que te recuestes, le darás la vuelta seguramente. En cuanto a tu obsesión, creo que todos la hemos sentido alguna vez un tanto enfermiza: el sexo opuesto es algo tan interesante que resulta difícil olvidarlo pr un largo rato. A mí me empieza a causar problemas eso de separar lo que siento por los chicos (te lo mencioné alguna vez? bueno, intento identificar qué siento por ellos, ya sea amor-deseo-atracción-gusto-empatía-amistad-etc) y ahora resulta que tengo mi colección por ahí de hombres por los que siento algo específico... si ellos lo supieran también querrían encadenarme y todo lo que tú mencionas. Pero bueno, no creo que te quedes soltero como dicen tus amigos, de pronto encontrarás a una chica con la que empates perfecto y verás que lo contiene todo: lo que buscas, necesitas y disfrutas...

un abrazo :)